jueves, 24 de junio de 2010

Despedida

Él decía, cuando nadie me ve, puedo ser o no ser. Pero cuando nadie me ve sí que me limita la piel, y cuando te duermas seguirá habiendo problemas. Lamento no entenderlo, solo me queda el intento torpe de remediar este dolor. Porque la razón se me escapa, se diluye entre pensamientos poco originales que minan el miedo, y solo dejan atrás los resquicios de lo inevitable. ¿Consigue la risa amortiguar lo que tengo aquí? No puedo pronunciar esa palabra porque daña como lija y sigo sin poder hacerte promesas que no valen nada, como mentirte diciendo que el sueño lo calmará todo. No soy amiga de las balanzas, así que no me subestimes, tengo capacidad más que suficiente para empezar cada frase siguiente con un rotundo no. Pero no, ese no soy. Si te convirtiera en algo que es peor probablemente no lo notarías. Y como el tiempo todo lo suaviza, esa necesidad otro tiempo palpitante es ahora un triste latido moribundo. No puedo abandonar, porque hoy las cosas están bien, y ojalá siempre pueda contagiar a toda la ciudad. No hablo y siento que podría infectar un continente entero con el pérfido veneno que desprenden estos polígonos planos y negros. Poco a poco reconozco más mis partes feas y culpo a mi incapacidad. Pruébalo, a mí me sirve. Convencerse es de débiles, para que no sea tarde se necesita demasiada suerte. ¿Me conoce a mí la suerte? Dime que no, y estaremos en paz.


Y me despido haciendo homenaje a Los Piratas. Yo sé que ellos me quieren, aunque no lean esto. Fue todo un gusto publicar aquí (no te me asustes, Joaquín xD).

Os seguiré visitando, ¡eso no lo dudéis!

sábado, 5 de junio de 2010

Lo onírico de tu presencia. (Miradas)

Miradas que dejan entrever un mundo de colores pálidos y tersos haciendo eco de tu existencia, caminos que hacen serpientes de barro y miel que sesgan el banal paisaje de las curvas de tu cintura.

Un tango mal bailado a la luz de la luna, un tropiezo a las puertas de la locura, una bocanada de aire frío que hiela los huesos y calienta el alma, una ola que llega y no, que hace las veces de sino incongruente y silo en las nubes, atalaya reluciente de humo opaco que se alza vertiginosa sobre tu exento cuerpo.

Parcas palabras que no dicen nada diciéndolo todo y frases hechas con trozos de vidas ajenas que se entrecruzan. Cielo azul que juega entre nubes y sol vergonzoso que se esconde entre ellas. Músculos, vísceras que se revuelven y empujan entre ellas ante tu presencia.

Miradas que dejan entrever un mundo de colores claros haciendo gala de tu presencia, miradas que dejan ver tu onírico cuerpo como un guiño, la comisura derecha de tus labios o un suspiro.