miércoles, 23 de septiembre de 2009

OMG [Oh, my girl] - Inventando relaciones, y palabras.

Eres increíble.

Es increíble.

Mi mente no llega a ti, y lo sabes
Y mira que intenta saber
cuanto más de ti, mejor.
Pero por mucho que recaude
Entiendo que no entenderé
Más que la maldita palabra
"Love".

¡Estúpido de mí! ¿no?
Y me arrepiento sin medida
si te dedico un pensamiento de más
un suspiro más allá
de la cordura establecida.

Será que exagero
con cada frase
y supongo un engaño.
Será que espero
sin miedo a que pase
otro maldito año.

Y temo no volver.

A ver esos ojos
del color del marl que casi te enloquece.
A contemplar esos cabellos
que hipnoidiotizan a cualquier valiente.
A notar esos trozos
de la realifelicidad que perdiste.
A escuchar ese acento
que recuerlamenta la diferencia más triste.
A sentir cuán difícil
es mantener el penvínculo latente.
A diferenciar el símil
que me recuerda lo tontextraño de la relación existente.

A recordar mi idioma
Y no inventar palabras.
¿Acaso importa
si no compartimos esperanzas?

martes, 15 de septiembre de 2009

Se acabó.

El aire huele a invierno,
las hojas resbalan entre mis pies y no puedo dejar de mirarlas.
Escucho una voz en mi cabeza..."¡Huye!"; el camino me contesta "¿Adónde?"

Quiero correr;
Quiero porque no noto la brisa de verano que erizaba mi piel;
porque ya no oigo las olas ni conquisto castillos de arena abandonados.
Porque lo que quiero, ¡lo quiero ahora!

Que vuelvan las gaviotas a gritarme al oído.
Que el Sol me ciegue y sonría.
Que cada bocanada de aire sepa a sal y cada paso a vida.
Que mi vida no haya cambiado y que cuando abra los ojos: 1, 2, 3...
Tú estés aquí.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

"Tras un verano sin tiempo dedicado a huir de la rutina, se vuelve a poner en marcha el blog; esperemos que los colaboradores se dignen a pasar de nuevo por aquí con sus historias y pensamientos."

jueves, 11 de junio de 2009

Despacito... (Como Ícaro de alas fundidas)

Si he de subir al cielo... que sea despacito; casi como cuando me mezco sobre la luna menguante.
Así podré ver cada persona en el mundo, haciendo sus cosas y mirando cada rasgo del inoportuno horizonte.

No sé si lo que veo ahí delante es producto de una imaginación resuelta, o vana creación del pensamiento oprimido;
el caso es que si me monto en un globo y me pongo de puntillas para mirar, consigo hacer notar mis ansias de mundo.

Consigo mover el destartalado motor que hace girar la nimia existencia que nos une por medio de finos hilos que son
la ocasión y el tiempo perdidos.

Y si me caigo, háganme el favor de no pisarme; mírenme desde arriba, si quieren,
como a Ícaro de alas fundidas sonriendo a la diosa Fortuna. Entonces, el vacío me consumirá, y habitaré en el olvido; y sólo cuando
eso ocurra, gritaré al cielo mi nombre, para que baje una grúa de color azul radiante que me alce sobre las cabezas de los
que, por desdén mío, hacen que la vida sea un maldita montaña rusa.

Pero eso sí, despacito, despacito;
"presiento que éste es el comienzo de una hermosa amistad."

martes, 19 de mayo de 2009

Suerte

Mucha suerte, bachilleratos. Everything will be just fine!

domingo, 17 de mayo de 2009

domingo, 19 de abril de 2009

And then there were none

Palabras que silban entre el viento. Un murmullo constante y torturador que estremece hasta el último poro de su piel.

La luna iluminaba su cabellera con retazos plateados, mientras una capa a modo de viejo Lord inglés desdibujaba una figura que, años atrás, representaba un hombre apuesto y altivo.

Observaba el horizonte con desprecio y desdén, admirando su voraz obra y sonriendo maliciosamente al recordar el fulgor del momento, la sangre resbalando entre sus manos precedida por un grito ahogado y… una mirada perdida… sin expresión.

Con un gesto rápido, palpó el bolsillo interior de la chaqueta, sacando un impoluto pañuelo blanco con el que secar una furtiva gota de sudor que resbalaba por su frente, señal del nerviosismo y el miedo que precedía al posterior y agradable sabor de boca por su perversión.

———

Ese nerviosismo azoraba de nuevo su corazón, recordaba una y otra vez este momento. Nunca lo olvidaría, nunca olvidaría aquella noche, aquel rostro, aquellas manos delicadas y… frías…

Tenía lo que se merecía, era la verdad, y él lo sabía; pero jamás esperó que su vida terminase aquella sombría noche. Su alma murió cuando, después de ser detenido y sometido a duros y denigrantes interrogatorios fue encarcelado en una minúscula celda y… se percató de sus hechos: descubrió el por qué de aquella situación.

Sucumbió.

Todo había pasado tan rápido… la diversión, el alcohol, las drogas… Jugaba a ser un hombre poderoso que nunca llegaría ser, a tener la libertad y el control no solo de su vida sino de la de otros…

Infeliz…

Libertad. ¿Qué paradoja no? Habían pasado siete largos años en los que los retazos de sus sueños habían sido borrados por su inmadurez. Ya no lo quedaba nada. No le quedaba nadie que le amase ni que él pudiese amar. Ni un resquicio de su vida para compartirla, solo sus miedos y su soledad

Cada mañana se mira al espejo y siempre ve la misma cara, los mismos ojos de un hombre que se odia a si mismo por no tener el valor de aceptar su condición de mortal y jugar a ser un Dios. El mismo traje naranja deslucido que odia y se arranca con la mente, las mismas caras con la misma desilusión que la suya producto de sus frustraciones personales.

Tiene pánico a un momento que sabe que se acerca como la nube de gas de un volcán: lentamente y envenenándolo todo, matando todo lo que hay a su alrededor, robando vida, como los condenados hicieron con sus víctimas.

Podría escribir una carta a un periódico contando su historia, contando su vida, publicar un libro con sus memorias, vender sus últimos minutos a un canal de mala muerte que mataría por aumentar su share… y enriquecerse… ¿para qué? ¿para quién? podría hablar con los que un día le amaron y ahora le odian, arreglar las cosas antes de morir… pero no… ¿de qué le sirve?

Perdió jugando a los dados con Dios… y el precio de su “torpeza” es su muerte.

Una muerte pública, esperada… en la que sabe cuántos segundos le quedan para seguir respirando, en la que no va a aparecer un ángel que le salva sino un diablo, que le mira con una macabra sonrisa.

Como la suya cuando admiraba su crimen.

viernes, 17 de abril de 2009

Gilbert...

Gilbert Grape está lejos.
Gilbert Grape se pierde y se hace líquido en el horizonte.
Gilbert Grape hace tanto que está lejos,
que su figura se puede encerrar entre dos manos calientes
y hacerse más y más pequeño
hasta clavarse inerte y ser cristal.

Pero Gilbert Grape es azul, porque tal vez Chile
fuera su hogar.




Pero, ¿a quién ama Gilbert Grape?

lunes, 30 de marzo de 2009

Caótica.

¿Y por qué vuelve el frío? (¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?) que las manos se me entumecen y se sienten más solas que nunca, que necesitan agarrarse a otra para que no me caiga y yo tiemblo, o mejor dicho, el viento me mueve a su antojo, me eriza el pelo, me hace cosquillas. Me devuelve mi esencia y me recuerda que tengo que averiguar quién soy para poder encontrar a los ojos gemelos de mi alma, uno de los que ni me plantee si quiera el confiar o no en ellos porque resulte evidente. Me vuelvo loca, pero sólo a veces, sólo cuando la tierra tiembla bajo mis pies y yo no sé a qué se debe, miro si hay mar cerca y solo encuentro asfalto y alquitrán, pero nada de piedras. ¿Así cómo voy a encontrarme?
[Abro los ojos, ya no estás aquí, ella tampoco, que fue la que me empujó. Estoy en un charco de lluvia, los despojos de mi globo aerostático resposan a mi lado, ha sido un duro golpe para mí, para él (para todos) Milagrosamente salí con vida, renovada de mundo veo las cosas distintas como quien escapa de una muerte segura. Mis ojos son otros, guardaré uno de los antiguos en la caja de tus recuerdos, el otro lo escondí al lado de las caracolas. Versos de arena, antítesis a finales de marzo.]
Creo que he entrado en un sueño hipnótico, pero no me eches mucha cuenta, que soy de las que les cuesta distinguir realidad de ficción. Anoche conseguí gritar en silencio verdades brutales, de las que se te agarran a la piel y la desgarra a tiras porque encontré hipótesis nuevas a las que poder sujetarme y por un momento me perdí, allí sola en la cama, desnuda ante el mundo gris, y sentí mareos. Vértigo. Vértigo. Vértigo. Sumergida en mi propio caos, paradoja creciente, anhelé una mano calentita de ésas a las que me agarro para no caerme, pero sólo me vio temblar la camiseta de París, je t'aime.

sábado, 21 de marzo de 2009

¿Y qué...si te miro de lejos?

¿Y qué... si te miro de lejos?
Si lo hago es porque me ciegas y no quiero acercarme. Porque me duele saber que estás ahí, tan tuya, y no puedo tocarte. Porque tus palabras pesan como pianos de cola y no quiero volver a escuchar la Nocturna.

¿Y qué si te miro de lejos?
Si lo hago es porque no respiro a tu lado. Porque el sol sale por el Oeste si no te veo, y mi vida se torna entonces de un triste color azul grisáceo.

¿Y qué si te miro de lejos?
Será porque tu olor me embriaga, y tengo que conducir de vuelta. Será porque el Titanic se hundió y mi ego tocaba el violín en la orquesta. Será porque el hombre llegó a la Luna y la cogió antes que yo para ti.

¿Y qué si te miro de lejos?
Si lo hago… es porque eres un quiero y no puedo. Un soneto incompleto, una canción sin estribillo, un corredor sin meta, un suspiro en el fondo del mar…

domingo, 15 de marzo de 2009

Una explicación... y todas esas cosas

Un saltito. Es lo que me habría bastado para evitar este charco. Pero ya sabes, como un crío, me gusta llegar, pisar, chapotear y dejarme las botas hechas un asco. ¡Es lo divertido! ¿No?

Una palabra. Es lo único necesario para que yo vuelva a hacer como si nada. Pero ya sabes, como un amigo, sé que no basta con ver arrepentimiento ahora en tu cara. ¡Necesito el día a día! ¿No?

Necesito que me pidas, y que te dé. Necesito que me digas, y que tengas fe. Necesito estar en tu día, como estuve en tu ayer. Necesito que seas mi amiga, y yo tu amigo también.


Un problema
. Es lo que siempre hemos superado juntos. Pero ya sabes, ya te lo he dicho, siento que te pierdo, y que le temo al futuro. ¿He de temer el mañana? ¡No!

Mucha confianza. Siempre hemos alardeado de eso. Pero ya sabes, hay que alimentarla poquito a poquito, con cariño, con esmero. ¿Es así últimamente? No...

Necesito que me pidas, y que te dé. Necesito que me digas, y que tengas fe. Necesito estar en tu día, como estuve en tu ayer. Necesito que seas mi amiga, y yo tu amigo también.

Y sí, aunque no me creas, hasta he bañado mi almohada de un triste sabor a sal.
Y sí, aunque no me creas, sigo esperándote. Esperaré mil lágrimas más.



//

Señor corbata feliz, estoy deseando que escribas. A ver si puedes sacar tiempo. Un saludo a todos.

domingo, 15 de febrero de 2009

Excentricidades de febrero.

¿Sabes lo que pasa si froto tu tarjeta de crédito contra una barrita de incienso encendida? que sus ascuas se convierten en estrellas fugaces llenas de oro que nos regala resplandores de derrota como despedida. (Muere).
No se trata de una ceremonia ni de un ritual de secta principiante, es un presente de calumnias preconcebidas, que llevan como banda sonora una magistral pieza de piano.
Se siguen muriendo, las dos, la tarjeta y la barrita. Sí, y además huele a papel quemado y canela, lo que me recuerda a mi libro favorito. Ahora que lo pienso nunca he fumado papel y sé las consecuencias que tendría pero a veces me entran ganas de tragarme todo lo contaminante y nocivo del mundo para luego exhalarlo por la boca en grandes bocanadas mientras me subo hasta la azotea de una casa abandonada de Montmartre para contemplarlo todo a mi alrededor.
Y que no hubiera viento.
Y que no hiciera ni frío ni calor.
Y que desnudarme ante mí misma no me diera vergüenza.
Se acabó, se acabó tu fortuna. Muerto el perro... ya se sabe. Mi maestro me dijo que eran experimentos sensoriales que se hacen para estimular los sentidos a la hora de escribir. A veces deseo que ésto se convierta en mi rutina, dormir de día, crecer de noche y soñar despierta las veinticuatro horas.
Las cenizas de la tarjeta son del color de mi abrigo y la bufanda tiene de todo menos cordura, pero salgo con ellos a la calle porque digo yo que me tendré que abrigar en pleno invierno. Cambios de temperatura. No cambies las velas de sitio que me quemo las manos con la cera, ¡ay! me quemo y el piano no para de sonar y las chispas caen a mi alrededor formando una corona en miniatura de distintas tonalidades doradas que realzan mi camiseta naranja de rayas. De un salto estoy en la cama. Quatre-vingt-dix-neuf, quatre-vingt-dix-neuf... ¿por qué me despierto todos los días con ese número en la cabeza? una voz ronca masculina me grita, aunque casi parece un ladrido, todo el tiempo en un francés forzado. ¡Noventa y nueve! Pero ¿noventa y nueve qué?... no lo entiendo. Precedente al cien, un número precioso. Quizás yo sea un noventa y nueve, rozo todo aquello que considero perfecto y nunca alcanzo a pillarlo. Siempre se va volando a ras del suelo como las hojas secas en otoño. Nunca hacen ruido.

jueves, 5 de febrero de 2009

¡Oye! (Una de inseguridad, pasotismo, brusquedad y, quizá, compañía)

-¿Se puede?
-¡No!
-Ah, pues nada.
-Qué sí, chaval, cómo no.
-¿Y ese que me ha dicho que no?
-Pues un loco, tú no le hagas caso.
-¡Eh! Seré loco, pero sensato.
-Ah, pues lo siento, ya me iba.
-¡Pero a dónde te vas a ir! Si ni has llegado.
-Pero si no soy de su agrado...
-¿Del agrado de quién?
-¡Pues del de rojo!
-¡Pero si ese no está bien!
-¡Que sí estoy bien!
-¡Anda ya!
-Anda yo, ¡no te digo!
-¿Disculpen? ¿Se puede?
-¡Que sí, pesado!
-¡Si es que ya has entrado!
-¡Pero no sé si irme, ese dice que no quiere verme!
-¿Irte? No digas memeces.
-Ya saltó el de verde...
-¡Bueno! ¡Que me quedo y punto! ¡Aunque haya alguien a quien no le guste!

¡PAF!

-¿Hay alguien ahí?
-Querido, siempre has estado solo, y a la vez, acompañado...

domingo, 1 de febrero de 2009

Solo.

¡Que bailen! ¡Que bailen lento y seguido! Que no me importa. Que yo me quedo aquí con mi amiga soledad, que me hace compañía los días de lluvia y no me deja solo.

No me hace falta nadie más. Se creen que podrán conmigo; todas esas letras y números, creen que podrán conmigo. ¡Pues no! Me niego en rotundo. Me pongo unos tapones y no les oigo gritar. No, no y no. No quiero que mis metas se conviertan en vanos intentos de locura. Si mi vida da un giro, que sea de 360º. ¡Vuelve donde estabas! No me dejes solo, soledad. No dejes que baile como ellos. Pídete una copa y estate aquí, a mi lado, charlando de mil cosas sin sentido que no podría hablar con nadie más que contigo. Charlemos de la vida, de mi vida, del caos o del frenesí. Pero por favor, no te muevas de mi costado. Mira, si quieres puedo hacerte reír: puedo pensar en mi futuro, puedo hacer planes a 10 años vista; te ríes, ¿verdad? Venga va, quédate sentada soledad. O por lo menos haz que no suene melancólico, que la despedida no suene a despedida, que suene a… regreso. Eso, sí, regreso. Que vengas de vuelta y me aconsejes sobre cómo pasar el charco sin mancharme los zapatos de barro. Sí, y así podrías chillarme desde lejos que no tengo por qué preocuparme. ¡Eh! Venga va… no me hagas esto. No me… no… ¡ay!

Solo de nuevo. Incluso la soledad baila al ritmo de la vida, eso sí que no me lo esperaba.

lunes, 26 de enero de 2009

Que.

"¿Sabes cuál es el problema?
Que no existe tal problema.
Que te extraño y no te extraño.
Que me hago y me deshago.
Que va lento y desespero.

miércoles, 7 de enero de 2009

Dichas y Desdichas de una Ventana Cerrada

Bonita paradoja. Tanta libertad y a la vez tan poca. Tener el cielo al alcance de la mano y no poder alzarla, poder ser… y no ser nada.

Mira hacia fuera, sólo alcanza a ver blanco, blanco de las nubes, blanco de las casas, blanco de la nieve caída la noche anterior. Es invierno y no hay ni un alma en la calle. “¿Qué esperas?, ¡son las cinco de la mañana!”. No puede dormir, pero… ¿qué dice?, nunca ha dormido, es una ventana.

“Ha habido tiempos mejores”, lleva lamentándose los últimos veinte años. No alcanza a entender su extraño lugar en el mundo. Sólo debe abrirse y cerrarse, esa es su única función, pero… pero… ella necesita soñar. Lo sabe, no es propio de una ventana entrar en divagaciones absurdas y filosóficas, pero ¿qué se le va a hacer? Ha intentado cambiarlo, de verdad, la suma en vano. Necesita pensar, necesita sentirse una más en el mundo. Sí por eso, es por eso, quiere ser diferente, diferente del resto de ventanas, ventanas que se limitan a abrir y cerrar sus cristales para dejar pasar el aire congelado del exterior, ella quiere pensar, y lo hace.

Está amaneciendo, suena un despertador y… comienza la carrera. Toda la humanidad sufre una explosión dentro de sí y corre de un lado a otro, en busca de nadie-sabe-qué a nadie-sabe-dónde; el caso es que corren. Corren frenéticamente, como perseguidos por una sombra que se mantiene indemne al paso del tiempo, huyen despavoridos, mas desconocen que el huir, provoca su más fiera persecución.

Montan en sus coches dejando al aire un legado, cuanto menos, de dudoso beneficio. El dióxido de carbono asciende por los edificios como íntimo enemigo de la atmósfera sumándose a esta, ennegreciendo el precario futuro que de la Tierra se espera. Cuales abejas atareadas en la producción de miel para la reina, los hombres se afanan por enriquecer a sus superiores a cambio de un salario mínimo que apenas les llega para mantenerse a sí mismos.

La humanidad pierde su humanidad a pasos agigantados, nadie se preocupa por los pequeños misterios de la vida; el amor, la amistad… viven eclipsados por el dinero, el poder y un sinfín de valores improvisados por la sociedad de hoy en día concebidos únicamente para el gozo y disfrute de una minoría selecta mientras que una inmensa mayoría no selecta se desvive por encontrar un sitio donde caer muerta.

Se oye el ruido de los coches. Pitos, gritos, ni un solo sonido saludable. La contaminación acaba con la belleza del medio. La suciedad ha acabado con el blanco de las calles, aquel blanco del que vivía enamorada. Los hombres se quejan de lo fétido del aire, se preocupan del medio ambiente, lloran, ríen, quiebran lo más hondo de su existencia por y para él… pura hipocresía.

Lo que en realidad importa es llenar el plato de comida cada día: alimentar y ser alimentado; nadie se preocupa por el bienestar de las generaciones venideras, nadie se preocupa del posible infierno que vivirán gran parte de personas debido a la ingente infestación de residuos y desechos que los hombres (oh, pobres hipócritas) se empeñan en alimentar día tras día. No se dan cuenta de que echan basura sobre sí mismos, de que toda la mugre que convierten alegres en algo inherente al paisaje les pasará factura, lo hará.

La ciudad se convierte cada mañana en un coliseo lleno de gladiadores sedientos de sangre débil, una selva donde los leones devoran sin pensarlo a los pequeños roedores que, ajenos a todo, intentan vivir su vida sin preocupaciones. Al margen de todo esto se encuentra el Hombre, el Hombre con mayúsculas, aquel ente que se mantiene y ha mantenido siempre dentro de ellos, despreocupado de su capa exterior, despreocupado de los aditivos absurdos que rodean su ser cada día y que poco a poco se apoderan completamente de todo humano.

El ser humano carece, casi totalmente, de instintos. Hecho que le convierte en un ser pseudo-desnaturalizado. Mientras que los animales se sirven de los impulsos que les provocan las sensaciones que perciben, el ser humano los medita y recompone, privándoles de su esencia. Los hombres necesitan sentirse uno más en el mundo, les urge adoptar formas y costumbres propias del entorno al que han de agarrarse fervientemente. De aquí surge la desnaturalización, desnaturalización que impide que le gente vea el Hombre que se esconde en lo más recóndito de nuestra persona o “chaleco anti-realidad”, como buenamente se le quiera llamar.

Este “chaleco anti-realidad” está compuesto por muy variadas disparidades; pero todo el mundo posee una, sea cual sea su raza, edad, o cualesquiera de las absurdas distinciones sociales que se quieran puntualizar; esto es innegable.

La sociedad se resguarda en movimientos políticos, grupos sociales y demás excusas de congregación por el simple hecho de sentirse uno más. Las ideas de éstos varían desde la absoluta intolerancia, hasta la más pura rebeldía tiznada de vandalismo, todo con el simple objetivo de la auto-aceptación en un mundo hostil para cualquiera.

Atardece. Al contemplar la puesta de sol su mente sufre un giro de ciento ochenta grados:

“Quisiera ser poeta – piensa como en cada atardecer -, ¡quisiera habitar en Bécquer, en Lorca, en Lope, quisiera ser Segismundo por un día, un beso en la boca de Gustavo Adolfo, el gitano del romancero y…! Quisiera…
Quisiera mirar al mar y acariciarlo con un soneto, quisiera mirar al cielo y contemplarlo desde la estrofa, mezclar el mundo con bellos versos y hacer de cada mañana un pareado, de cada tarde un cuidado terceto y de la noche una hermosa copla.
No te engañes… nunca serás poeta –se lamenta– tu vida es ser ventana, así es y así será, debes resignarte.”

Ahora volvía a estar triste… como cada tarde. Nunca sería poeta, nunca vería el mar y jamás podría escribir.

Vuelve a la tierra. Anochece.

La gente vuelve a sus casas, se une a sus familias para cenar todos juntos. Olvidan lo privilegiados que son. Olvidan que dos dedos más abajo en el mapa la gente muere de hambre, pero eso da igual. El estado estático del ser humano se rige principalmente en la desgracia ajena y esto no es nuevo, antaño los grandes sabios estudiantes de la Alquimia instituyeron la gran verdad de que “todo lo presente en el mundo sólo puede ser conseguido mediante el intercambio de algo equivalente”. Si deducimos, cosa que no es difícil, la continuación de esto podríamos concluir que por cada persona que come… hay otra que no. Que por cada persona que vive en su “estado de bienestar”… hay otra que no. La intolerancia y la discriminación, sin duda alguna, agravian esta situación hasta la más total indiferencia por parte del colectivo “desarrollado”, pero el ser humano es así, y el Hombre, vive frustrado dentro de él, porque las más veces no le escuchan y las menos… le ignoran.

Alguien abre la puerta. Pasa. Va a abrir la ventana, pero ésta se resiste. No quiere ser una ventana, no quiere serlo. Al final claudica y se abre. Después de todo, una ventana sólo está hecha para abrirse y cerrarse… ¿o quizá no?