jueves, 10 de noviembre de 2011

Encontrarse.

Hay mil maneras de encontrarse. Uno se encuentra cuando se mira al espejo, se asoma a la sopa en la mesa o le da por rebuscar entre las cucharas intentando dar cuenta de inventario.

Aunque bien es cierto, y pido no se malinterprete mi certeza ni se tenga, por Dios, siquiera por probable, que hay veces que el uno mismo re-huye el re-encuentro, y la sopa ya no quiere ser sopa y el espejo por qué carajo no puedo reflejarme yo (tú formas muchos tús con esa manía túya de mirarte) y todo se retrasa, se pospone, y el encontrarse se vuelve así, de forma rutinaria y odiosa, algo de lo más homérico.