jueves, 7 de abril de 2011

Nicht vergessen

Un día soleado, una noche clara, un sitio cualquiera en un tiempo cualquiera. No importa. Un pincel deshilachado esboza sobre un pentagrama manchado de café algo parecido a una pieza de Schumann y todo se vuelve negro en derredor. Notas haciendo un eco de siglos atrás sobre mi cabeza enajenada por el vodka que había comprado hace unas horas por ella, para ella.

“La vida es como un gran laberinto, una esquina, otra, otra, otra, siempre con cambios, vaivenes, vuelta a empezar y retrocesos, pero nunca se consigue ver la maldita salida hasta que no te encuentras con el Minotauro”, decía.

Moviéndome con más dificultad que presteza, me dirijo tranquilamente, como si nada hubiera pasado, a acostarme en la cama con esa chica que acabo de conocer en no sé qué sitio. No importa.

Esta noche necesito mi canope particular donde meter todas las vísceras que me devora el nicht vergeβen. Me temo como nadie, como Nada, como ese desorden o ese caos verbalizado luchando por no dejar espacio a la razón ni al tiempo.

Si volviera, y creéme que no volvería, sé exactamente lo que no haría, ni dejaría, ni haría; no, no, no. Ida y vuelta, mete, saca, salta, cae, resuelve, disuelve, un puto laberinto.

- ¿Y?

- Dijo algo sobre la vida, una novela, y me cantó algo al oído. Después resopló, como si se olvidara de todo; me dio la vuelta, me mordió, me revolcó, me deshizo, me invadió, me sacó de mí de tal manera que perdí de vista el suelo. Y en mitad de aquella quinta sinfonía me miró a los ojos y recitó algo de Calderón.

- ¿Calderón?

- ¡Calderón de la Barca! La vida es sueño, Vita est Somnis o como carajo se diga. Bah, eso da igual. Un puto laberinto. Él lo dijo. Giras una esquina, giras otra y de repente te encuentras de frente con Calderón o con el Minotauro. Entonces… ¿qué haces?, dime. Ya te lo digo yo: nada. Te dejas llevar y vuelves después de haber dado veinte vueltas completas a la Tierra sin casi abrir los ojos ni cerrar la boca.

- No entiendo nada.

- Tampoco esperaba que lo hicieras.

1 comentario:

rafarrojas dijo...

y el Minotauro esperaba aburridísimo a cumplir su cometido, sacándose las cutículas de las pezuñas... Dicen que los villanos hablan demasiado porque suelen revelar sus siniestros planes a los héroes y les dan así tiempo o pistas para librarse. Pero yo creo que es que no tienen amigos.
Y si el héroe tampoco los tiene, que se está muy solo en la cumbre, incluso en el laberinto, ¿no sería más lógico pensar en hacerse amigo del cornudo(dicho sea sin segundas y en referencia tan sólo a lo q hace del minotauro el minotauro y no señor de cuenca con pelo y aspecto bovino bobo)?
Pero el mayor delito del hombre no es haber nacido, como creía Calderón, sino acostarse con una mujer y no disfrutarlo...
Ese no es un torturado... es tonto. Y se merece que el Minotauro le empitone.